LA SANGRE DE LAS VICTIMAS DEBE SALPICAR A TODOS LOS QUE HAN FALLADO EN SU ROLES DE PREVENCIÓN, REPRESIÓN Y DE APOYO.
Todos somos culpables de las muertes de
mujeres inocentes por sus parejas o exparejas. 57 Mujeres han sido
asesinadas entre los meses de Enero y Abril...... y nada ha pasado.
Nuestra indignación debe trascender los
límites de la simple denuncia y llegar como un grito vigoroso al Gobierno, a la
Policía, a los Jueces. ELLOS SON LOS PRINCIPALES CULPABLES DEL RÍO DE
SANGRE!!!
Feminicidios: De manera
escandalosa e injustificable todos los días observamos con preocupación
la muerte de una mujer a manos de un desalmado que alguna vez fue su compañero
sentimental. A pesar de que existen decenas de organizaciones defensoras
de los derechos de la mujer; A pesar de existir Oficinas de Apoyo a los
Derechos de Genero y de Prevención de la Violencia contra la Mujer; A pesar de
la existencia de un Ministerio de la Mujer; A pesar de los miles de discursos,
de foros, mesas redondas, de poses revolucionarias, lo real es que nadie acude
a auxiliar a las mujeres cuando más necesitan de protección: en el fatídico y
trágico momento de la agresión.
La mayor parte de las victimas son mujeres muy jóvenes en edades productivas, |
Las
causas que generan este fenómeno no podrán nunca afrontarse sin la
participación activa y consciente de los hombres, como parte indisoluble del
problema. Sin programas de educación que involucren a los hombres, no podemos
esperar que se revierta el proceso. Con los discursos rimbombantes, odiosos y
excluyentes que muchas lesbianas (con el falso ropaje de feministas) levantan
contra todos los hombres, solo sirven para que miles y miles de estos,
comprometidos con el respeto a los derechos humanos de la mujer y militantes
contra los feminicidios, no puedan articularse en un movimiento de hombres y
mujeres que luchen hombro con hombro, por el respeto y la dignidad de las
mujeres.
Cuando
las oficinas de apoyo a la mujer, ante una denuncia contra un agresor, mandan
la cita de asistencia a un juicio con la misma mujer víctima de sus desmanes,
las autoridades de justicia se convierten en cómplices del asesino. El
fenómeno se repite día a día y no se observa ningún interés por cambiar esa
criminal situación.