A PROPÓSITO DE SAN VALETIN Y EL DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD.
LA SOLIDARIDAD DEL CUBANO NO TIENE LIMITES!!!!
Sábado, 20 de febrero de 1999, primeras horas de la mañana........ Despertó sobresalto y cuando inició los primeros movimientos para levantarse, un dolor profundo en la pelvis primero y en la parte lateral del cuello después, le hicieron desistir del intento... quedó tendido boca arriba en una cama de sabanas blancas, sudoroso y confundido, porque su cerebro cargado de brumas, perdió momentáneamente la noción de tiempo y espacio.
Ahora lentamente giró la cabeza hacia la izquierda al sentir ruido muy cerca y que en la semioscuridad algo se movía. De pronto una voz dulce y conocida que le daba los buenos días mientras suavemente pasaba una toalla húmeda por su cara sudorosa, produjo el milagro, la realidad le llegaba en rápidas oleadas, mientras su compañera de toda la vida, le besaba tiernamente en la frente y con voz amorosa le deseaba una rápida recuperación.
Y al contemplar el rostro amado, las imágenes mudas repitieron todo el difícil proceso vivido, desde que dos meses antes en su país, República Dominicana, le diagnosticaron un Cáncer de Próstata, que por sus características y agresividad el pronóstico esperado, era desalentador.
Cuba......estaba en la Habana.....en una sala del piso 25 de la torre que ocupa el Hospital Hermanos Almeijeiras, con una vista excelente del malecón y del mar azul de la profunda bahía de entrada al puerto de la Habana y de la imagen blanca de Cristo, que refulgía, rodeada de nubes grisáceas, bajo un cielo de un azul claro y limpio, sobre los cerros bajos del otro lado de la bahía.
El cáncer fue extirpado unos días atrás, pero sus venenosas raíces habían invadido la cápsula de la glándula prostática y el peligro seguía latente............. Pero aunque era precaria su situación de salud, un problemita lo asediaba y necesitaba darle solución lo más rápido posible, pero necesitaba que su esposa, que prácticamente no se había movido de la habitación durante su relativamente larga hospitalización, se ausentara algunas horas para dar solución al problema que le mortificaba.
20 de Febrero 1999………. Aliados en los planes. En las primeras horas de la mañana, un grupo pequeño, integrado por un camillero, una ayudante de cocina y el peluquero, empleados de planta del nosocomio y una mujer, miembra de la Marina Mercante de Cuba, reunidos en un rincón de la cocina del piso 25 del hospital, daban los toques finales a un plan elaborado junto al paciente recién operado de cáncer de próstata, quién había solicitado su ayuda, pero con la condición de guardar el secreto y ejecutar todo el plan con la mayor discreción.
Revisaron rápidamente las tareas asignadas a cada uno e iniciaron las primeras actividades, siguiendo el orden lógico del plan.
La “marina”, tenía que ejecutar la actividad primaria, sin la cual era imposible llegar a feliz término: Sacar de la sala del paciente a la esposa del enfermo por algunas horas mientras los demás cumplían con las obligaciones contraídas. De todos modos la acción fue facilitada por la ayuda brindada por unos amigos cubanos que rogaron a la esposa que los visitara en compañía de una amiga común, que visitaba frecuentemente Dominicana en su condición de marina mercante y que podía servirle de distracción, en vista de los largos días de enclaustramiento en el hospital.
El paciente jugó su papel y para convencerla le pidió que le comprara algunos libros en venta por el Paseo del Prado, y que además era sábado y el día lucía espléndido, fresco y él se sentía con ánimo suficiente para quedarse solo. Hecho.
El peluquero tenía una difícil tarea, comprar algunos arreglos florales, pero las floristerías, escasas de por si en la Habana, cerraban sus puertas los sábados. Poco tiempo después llamó desesperado, era imposible conseguir flores. Pero…. alguien del grupo recordó que en la puerta del Cementerio de la Habana, (Cementerio de Colon o Necrópolis) siempre hay vendedoras de flores. De centro Habana en un “camello” atestado de pasajeros, salió nuestro amigo rumbo al barrio El Vedado y a Zapata con Calle 12, a cumplir con la tarea acordada. Una larga discusión con las vendedoras y por $40 pesos cubanos (equivalente a US$2.00), llegó con dos grandes arreglos florales. Su alegría era inmensa.
La cocinera y el Ayudante de Cocina, fueron piezas claves para completar el resto de los preparativos, tanto a lo interno del establecimiento, como salir al mercado cubano, donde las dificultades de adquirir servicios, era tan difícil, mas para los nacionales cubanos, que tienen que justificar las monedas en divisas extranjeras, única forma de comprar algunos insumos imprescindibles para nuestro plan.
A pesar de todas las dificultades alrededor de las 2 p.m. todo estaba consumado y el grupo intranquilo esperaba el regreso de la esposa del enfermo.
9 a.m. Regresemos a la sala del paciente. Tan pronto su compañera salió al paseo con la Sra. de la Marina Mercante, el enfermo entró en una actividad febril, tomó la bolsa que contenía la sangre y la orina y que salía de su vejiga urinaria a través de una sonda fija de Foley, la pasó por una banda especial que tenía su pantalón pijama y desconectó la solución parenteral unida a su cuerpo por un “cangrejito” (cánula de disección) fijo a la cara lateral del cuello y se unió al resto del grupo reunido en la cocina.
5 p.m. En la habitación el enfermo yace en la cama de blancas sábanas y parece dormir plácidamente. El silencio es total, solo se escucha el siseo de la brisa del mar que penetra entre los cristales semiabiertos de los grandes ventanales. A esa hora del sábado el malecón de la Habana se llena de turistas, degustando un rico pollo picadito que preparan en pequeños tarantines colocados en los espacios muertos entre el malecón y el mar.
Otros grupos forman excursiones para bordear las costas de la bahía, subir al cerro hasta la imagen del Cristo, mientras otros más osados llegan hasta mar abierto, para regresar por la otra ribera al punto de partida
Desde su cama el enfermo siente nostalgia por el mar azul y cálido de su país y una lágrima solitaria surca su rostro y rápida se pierde en las comisuras de sus labios. Apenas tiene tiempo de secarse la furtiva lágrima cuando entra su compañera de toda la vida. Pasa el umbral de la puerta y su sorpresa no tiene límites y sus lágrimas a torrentes son cerradas con esta feliz expresión ¡¡Tú me vas a matar!!
Los compañeros aliados cargados de globos a colores, vino, flores y un pequeño pudín (que al final preparó la cocinera), recordaban a su esposa que el día 20 era su cumpleaños y que su compañero, por encima de todas las adversidades se lo celebraba como todos los años. Ni el cáncer ni el peligro de morir podían romper ese momentito de felicidad en que el año por año él le reiteraba su amor eterno.
Ahora lentamente giró la cabeza hacia la izquierda al sentir ruido muy cerca y que en la semioscuridad algo se movía. De pronto una voz dulce y conocida que le daba los buenos días mientras suavemente pasaba una toalla húmeda por su cara sudorosa, produjo el milagro, la realidad le llegaba en rápidas oleadas, mientras su compañera de toda la vida, le besaba tiernamente en la frente y con voz amorosa le deseaba una rápida recuperación.
Y al contemplar el rostro amado, las imágenes mudas repitieron todo el difícil proceso vivido, desde que dos meses antes en su país, República Dominicana, le diagnosticaron un Cáncer de Próstata, que por sus características y agresividad el pronóstico esperado, era desalentador.
Cuba......estaba en la Habana.....en una sala del piso 25 de la torre que ocupa el Hospital Hermanos Almeijeiras, con una vista excelente del malecón y del mar azul de la profunda bahía de entrada al puerto de la Habana y de la imagen blanca de Cristo, que refulgía, rodeada de nubes grisáceas, bajo un cielo de un azul claro y limpio, sobre los cerros bajos del otro lado de la bahía.
El cáncer fue extirpado unos días atrás, pero sus venenosas raíces habían invadido la cápsula de la glándula prostática y el peligro seguía latente............. Pero aunque era precaria su situación de salud, un problemita lo asediaba y necesitaba darle solución lo más rápido posible, pero necesitaba que su esposa, que prácticamente no se había movido de la habitación durante su relativamente larga hospitalización, se ausentara algunas horas para dar solución al problema que le mortificaba.
20 de Febrero 1999………. Aliados en los planes. En las primeras horas de la mañana, un grupo pequeño, integrado por un camillero, una ayudante de cocina y el peluquero, empleados de planta del nosocomio y una mujer, miembra de la Marina Mercante de Cuba, reunidos en un rincón de la cocina del piso 25 del hospital, daban los toques finales a un plan elaborado junto al paciente recién operado de cáncer de próstata, quién había solicitado su ayuda, pero con la condición de guardar el secreto y ejecutar todo el plan con la mayor discreción.
Revisaron rápidamente las tareas asignadas a cada uno e iniciaron las primeras actividades, siguiendo el orden lógico del plan.
La “marina”, tenía que ejecutar la actividad primaria, sin la cual era imposible llegar a feliz término: Sacar de la sala del paciente a la esposa del enfermo por algunas horas mientras los demás cumplían con las obligaciones contraídas. De todos modos la acción fue facilitada por la ayuda brindada por unos amigos cubanos que rogaron a la esposa que los visitara en compañía de una amiga común, que visitaba frecuentemente Dominicana en su condición de marina mercante y que podía servirle de distracción, en vista de los largos días de enclaustramiento en el hospital.
El paciente jugó su papel y para convencerla le pidió que le comprara algunos libros en venta por el Paseo del Prado, y que además era sábado y el día lucía espléndido, fresco y él se sentía con ánimo suficiente para quedarse solo. Hecho.
El peluquero tenía una difícil tarea, comprar algunos arreglos florales, pero las floristerías, escasas de por si en la Habana, cerraban sus puertas los sábados. Poco tiempo después llamó desesperado, era imposible conseguir flores. Pero…. alguien del grupo recordó que en la puerta del Cementerio de la Habana, (Cementerio de Colon o Necrópolis) siempre hay vendedoras de flores. De centro Habana en un “camello” atestado de pasajeros, salió nuestro amigo rumbo al barrio El Vedado y a Zapata con Calle 12, a cumplir con la tarea acordada. Una larga discusión con las vendedoras y por $40 pesos cubanos (equivalente a US$2.00), llegó con dos grandes arreglos florales. Su alegría era inmensa.
La cocinera y el Ayudante de Cocina, fueron piezas claves para completar el resto de los preparativos, tanto a lo interno del establecimiento, como salir al mercado cubano, donde las dificultades de adquirir servicios, era tan difícil, mas para los nacionales cubanos, que tienen que justificar las monedas en divisas extranjeras, única forma de comprar algunos insumos imprescindibles para nuestro plan.
A pesar de todas las dificultades alrededor de las 2 p.m. todo estaba consumado y el grupo intranquilo esperaba el regreso de la esposa del enfermo.
9 a.m. Regresemos a la sala del paciente. Tan pronto su compañera salió al paseo con la Sra. de la Marina Mercante, el enfermo entró en una actividad febril, tomó la bolsa que contenía la sangre y la orina y que salía de su vejiga urinaria a través de una sonda fija de Foley, la pasó por una banda especial que tenía su pantalón pijama y desconectó la solución parenteral unida a su cuerpo por un “cangrejito” (cánula de disección) fijo a la cara lateral del cuello y se unió al resto del grupo reunido en la cocina.
5 p.m. En la habitación el enfermo yace en la cama de blancas sábanas y parece dormir plácidamente. El silencio es total, solo se escucha el siseo de la brisa del mar que penetra entre los cristales semiabiertos de los grandes ventanales. A esa hora del sábado el malecón de la Habana se llena de turistas, degustando un rico pollo picadito que preparan en pequeños tarantines colocados en los espacios muertos entre el malecón y el mar.
Otros grupos forman excursiones para bordear las costas de la bahía, subir al cerro hasta la imagen del Cristo, mientras otros más osados llegan hasta mar abierto, para regresar por la otra ribera al punto de partida
Desde su cama el enfermo siente nostalgia por el mar azul y cálido de su país y una lágrima solitaria surca su rostro y rápida se pierde en las comisuras de sus labios. Apenas tiene tiempo de secarse la furtiva lágrima cuando entra su compañera de toda la vida. Pasa el umbral de la puerta y su sorpresa no tiene límites y sus lágrimas a torrentes son cerradas con esta feliz expresión ¡¡Tú me vas a matar!!
Los compañeros aliados cargados de globos a colores, vino, flores y un pequeño pudín (que al final preparó la cocinera), recordaban a su esposa que el día 20 era su cumpleaños y que su compañero, por encima de todas las adversidades se lo celebraba como todos los años. Ni el cáncer ni el peligro de morir podían romper ese momentito de felicidad en que el año por año él le reiteraba su amor eterno.
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